EL VARÓN. CASTRACIÓN, IMPOTENCIA E INFERTILIDAD (y II)

 


A esto se une, como concausa, la demonización directa del sexo heterosexual, con la exigencia dirigida a la mujer para que se concentre en sus estudios y trabajos olvidándose del erotismo. Se habla de la mujer trabajadora, pero lo que eso significa es que ésta ha de ser una criatura trabajadora que ya no es mujer. Un robot desexuado. Un autómata andrógino. Así, los empresarios incrementan sus beneficios, en tanto que capitalistas, y el Estado sus ingresos fiscales, en tanto que poder económico principal. Esas féminas desfeminizadas no emiten los mensajes corporales, visuales y gestuales que necesita el varón para relanzar el deseo sexual dentro de sí, por tanto, para incrementar la producción hormonal. Y sin esto el semen no puede ser de calidad ni en cantidad.

Esto se observa bien prestando atención a la vida sexual de los animales, de los mamíferos, con la advertencia previa de que nosotros somos unos mamíferos más y, al mismo tiempo, bastante singulares. En aquéllos, machos y hembras cooperan en la elevación e intensificación progresiva de las descargas hormonales que va a llevar al coito reproductivo y a la preñez de la hembra. Los hacen por un sistema de emisión de olores y con un código de gestos corporales ritualizados, a veces acompañados de sonidos. La hembra estimula al macho, y el macho, así multiplicado su nivel de excitación, excita a su vez a la hembra, en lo que es una catarata de actos cooperativos que culmina en la monta y cubrición. Esta sólo sucede cuando la carga hormonal de la hembra es la necesaria para que se haya producido la ovulación en el tiempo preciso, y cuando el nivel de testosterona en el macho es lo suficientemente alto para garantizar una eficaz emisión de semen. En las aves, todo esto es incluso más rígido y determinista, pues sin la acción estimuladora del macho, la hembra no suele ovular, no logra ni poner huevos. También en los reptiles.

En la especie humana, por causa de un conjunto de intervenciones de naturaleza política institucional y económica empresarial, todo esto está siendo desarticulado, artificializado e impedido. Rebajar a la mujer a la condición de criatura-para-la-producción, es decir, a mano de obra absoluta, hace que el varón, por un efecto de rebote, quede castrado, a través de un procedimiento que se une a los otros, antes descritos.

La consecuencia última de todo ello es una situación de peligro real de extinción de la especie. En sólo treinta años. Esto es muy grave y no puede ser admitido. Tiene que haber un alzamiento popular contra las instituciones, y sus agentes, que están creando esta locura criminal. El problema de la libertad sexual, erótica, amatoria y amorosa se hace, con todo ello, una cuestión de primera importancia, para quienes deseamos que la humanidad tenga continuidad.

O revolución erótico-sexual o muerte de la especie, tal es el dilema a que se enfrenta la humanidad en la hora presente.

Si la inactividad y depresión, por causas económicas y políticas, del sistema hormonal del hombre se mantiene en el tiempo, años y años, degenera y pierde efectividad, precisamente por falta de uso, debido a la no recepción de los necesarios estímulos. De donde resulta la escasa o nula producción de semen. El varón no excitado es un varón castrado. Y en tanto que inapetente e impotente es estéril.

Se afirma que la impotencia masculina es una de las enfermedades que definen al siglo XXI. En torno a ella se ha montado un colosal negocio, manejada por empresas capitalistas multinacionales del sector sanitario, las cuales están haciendo grandes beneficios empresariales con el supuesto tratamiento de la difunción. La cifra oficial es que el 20% de los varones de este país sufren de impotencia, cifra difícil de verificar puesto que la definición mismo de impotencia es dudosa y ambigua, de manera que mi impresión que aquella subvalora la realidad en bastante. La Viagra se ha convertido en un producto farmacéutico de uso común, más entre los jóvenes que entre los mayores. Pero la impotencia, en la gran mayoría de los casos no es una enfermedad sino un comportamiento políticamente generado. Sólo la teorética y la práctica sobre los “micromachismos”, financiada y dirigida desde las instituciones del Estado y de la Unión Europea, crea cientos de miles de hombres impotentes todos los años. Luego, la solución tiene que ser política y no médica ni farmacéutica.

El varón castrado múltiplemente, que no recibe estímulos ni incitaciones eróticas de las mujeres, dedicadas a medrar profesional y laboralmente, y que los que él emite pueden ser tachados de “micromachismo”, denunciado furiosamente en público, lo que puede ser causa suficiente, además, para dar con sus huesos en la cárcel, es un pésimo productor de semen, como resulta comprensible, dado que el nivel de hormonas de la virilidad es muy bajo en él. Su actitud ante el erotismo tiene que ser, necesariamente, confusa e insatisfactoria, con un componente permanente de temor e instinto de huida, al ser percibido como un asunto no sólo desagradable sino además peligroso. Eso le convierte primero en inapetente sexualmente y luego en impotente. La suma de ambos grupos de varones, da un porcentaje superior al 50% de la población masculina, cifra en rápida progresión, además.

Como tal, dicho varón no es apropiado para realizar los estímulos sexuales, gestuales, visuales y verbales, que la mujer, como hembra de la especie, necesita imperiosamente para equilibrar su fisiología, es decir, para estar sana, tener vigor físico y ser fértil. Porque si no es fértil es que no está sana, pero tal estado no es una enfermedad, porque no tiene causas orgánicas, sino una situación perversa en que la han colocado las instituciones de “protección” y “defensa” de la mujer, al demonizar y perseguir al hombre. Cuando éste no puede cumplir su función de hombre y varón, de macho de la especie, la hembra de la especie, la mujer, sucumbe a un buen número de anomalías, disfunciones y simples enfermedades.

Por ejemplo, padece de amenorrea. Esto es, tiene la menopausia entre los 25 y los 35 años, unos veinte años antes de lo que es natural, lo que significa que ha envejecido de golpe dos decenios, que su anatomía y fisiología son las de una mujer unos veinte años mayor, con lo que eso tiene de tremendo, terrible y enfermante. Porque el problema es que no sólo no puede tener hijos por procedimientos naturales, al ser amenorreica, sino que es una fémina mayor realmente, aunque con una edad de calendario inferior, ficticia, propia una mujer joven. De modo que tiene peor salud, la propia de la gente de más años cumplidos, con las enfermedades que corresponden a este tramo de edad. Por eso, la castración política del varón, como rebote, está originando una mujer envejecida prematuramente, enferma, degradada, sufriente y degenerada. Antaño, el cortejo y el galanteo eran, además de otras varias cosas, procedimientos para mantener joven y saludable a la mujer, pero hoy, al haber sido satanizados y al ser perseguidos por la policía y por las jaurías parapoliciales, no cumplen esa salutífera función, ni siquiera esa.

Esto es aún más grave porque a menudo, esa mujer muy bien adoctrinada, tan propia de nuestra sociedad, es la que reacciona con enfado e incluso con suicida furor ante esos comportamientos masculinos, en los pocos casos que aún se dan y por muy correctos que se expresen. Esta fémina, que vive para el dinero, para el éxito profesional, para acumular titulaciones académicas, para capturar más y más poder, recibe con virulencia una declaración de interés erótico por ella, si es directa, y con irracional enfado si es indirecta, una mirada, un gesto, un relámpago en los ojos, un tono de voz… La han dicho sus jefas y manipuladoras, situadas en las alturas del poder, que hay que erradicar el “machismo” incluso en sus manifestaciones más mínimas e inocentes, y a ello se dedica, ciegamente, sin pensar, a costa de sí misma, de su propio bienestar y de su propia salud. Cumpliendo órdenes.

Al hacerlo se convierte, al mismo tiempo, en polifrígida (lo cual no importa, pues hoy el sexo no es valorado ni apreciado), en fémina estéril (lo que carece así mismo de importancia), en una mujer mayor prematura (esto ya cuenta más…) y en una enferma/polienferma (lo que es bastante grave). Esta mujer enferma, polienferma por polifrígida, se convierte en consumidora compulsiva de fármacos, intoxicándose con ellos. De ahí a su muerte prematura sólo hay un paso.

Por eso se habla ya del Genocidio de las Mujeres, como uno de los grandes sistemas de exterminio del siglo presente, que se realiza desde las instituciones estatales y gubernamentales, ahora en concreto desde el ministerio de Igualdad. En efecto, los hombres se van a quedar sin semen en treinta años, pero es probable que antes de ese plazo de tiempo, ya no hay ninguna mujer capaz de ovular. Esto significa que todas serán féminas ancianas, esto es, sin salud, dolientes, al borde de la muerte quizá. Porque una cosa es, en las féminas, fallecer con 80 años tres treinta de menopausia, como hasta ahora, y otra hacerlo a esa misma edad tras cincuenta de menopausia, o incluso tras ochenta, debido a la tendencia de cada vez más muchachas a no tener nunca periodo.

Claro que, ya lo dice el refrán, sarna con gusto no pica. Pero por encima de lo personal, si no se pone fin a la locura de la “ideología de género”, que enferma y mata a las mujeres, y si no se depuran responsabilidades jurídicas en quienes han producido y mantienen tal sistema de exterminio, exigiendo las reparaciones de rigor (a disfrutar por quienes somos víctimas de la persecución y violencia de las agentes estatales neopatriarcales y feminicidas), la humanidad no tiene futuro.

La Sexoterapia del Deseo como solución

Las practicas sanativas de la sexoterapia no pueden resolver el problema político de fondo, pero si pueden solucionar el problema personal y grupal de muchas parejas y muchas mujeres.

Su esencia reside en: 1) comprender qué es la infertilidad femenina y masculina, y por qué, 2) tratar los problemas reproductivos como asuntos erótico-sexuales, no como problemas médicos, 3) ubicar el deseo, la exacerbación del deseo, en el centro, 4) aprender a utilizar los procedimientos concretos que maximizan el deseo sexual en el hombre y en la mujer.

Todo ello sin olvidar que la Sexoterapia del Deseo opera no sólo como remedio a la infertilidad sino también como procedimientos para conocer el sexo verdadero, en sus diversas expresiones: sexo-amor, sexo-deseo, sexo-ecléctico, etc., así como disfrutar de la sexualidad a lo grande, intensamente, a partir del logro del estasis sexual, en las mujeres, y de la maximización del vigor genésico en los varones.

Con ello, se alcanza, al mismo tiempo, una restauración de la salud corporal y del equilibro emocional, al mantener a raya a las dolencias que resultan de la abstención del sexo, o, peor aún, de la utilización del sexo basura, o sexo enfermante (pornografía, prostitución, etc.).

El aprendizaje del deseo es, en definitiva, una revolución espiritual, al poner al ser humano en el centro, por delante del dinero y del poder. De todo ello resulta un individúo cualitativamente mejorado, no sólo en lo corporal sino también en lo espiritual y moral. Porque si el sexo es amor, su aprendizaje (con la fase previa de desaprender lo hoy “sabido”, supuestamente, una mezcla asombrosa de errores, maldades y mentiras) es el aprendizaje del amor desde lo corporal, es decir, por medio de la síntesis entre lo amoroso y lo animal.

Atención, pues, a los Cursos que Casa de la Miga vaya organizando en 2023.


RODRI DE MINGO

Comentarios

  1. Como van esos cursos? Hace siglos que no publicáis.

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    1. Tienes razón. Perdona, andamos muy pillados pero te aseguro que no lo vamos a dejar aquí. En poder retomaremos estos saberes y volveremos a la carga de difundirlos mediante más artículos, videos explicativos, libros, y también cursos para que la gente que lo desee pueda empaparse del tema en profundidad. No podemos poner fechas de nada, pero se andará...

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