INSTINTO SEXUAL Y FERTILIDAD NATURAL (1)


No puedo ser más claro y directo al exponerlo: la actual epidemia de infertilidad, que afecta ya al 30%, como mínimo, de las mujeres que desean ser madres, y que crece enérgicamente, de modo que en pocos años será el 50% de ellas (y en un decenio, o poco más, quizá un porcentaje próximo al 100%), tiene, como causa principal, una perturbación, políticamente interesada e institucionalmente originada, por motivos biopolíticos y políticos, de la sexualidad humana natural. Es decir, del instinto reproductivo de nuestra especie.
Hay otras causas, en efecto, de variada naturaleza, de manera que estamos ante un sistema de concausas, pero caben pocas dudas que la artificialización por persecución del orden sexual humano, o dicho a lo claro, por la represión de nuestro erotismo instintivo, de animal mamífero, es la causa principal y primera del desplome de la fertilidad, por tanto, de la proliferación, ya asombrosa, de las clínicas negocio capitalista destinadas a la fabricación industrial de seres ¿humanos? Por eso me centraré en otra cuestión, dejando para más adelante el resto de los factores causales.
Comenzaré examinando al mismo tiempo la biopolítica en curso, las teorías sexológicas publicitadas y las practicas eróticas y sexuales vigentes. Y estableceré la relación entre ellas y la pérdida progresiva de la capacidad reproductiva humana, en la mujer y en el varón, aunque lo más preocupante reside en el primer caso, en sus efectos sobre la mujer, en tanto que hembra de la especie.
Una advertencia previa es que quienes se enfrenten al problema de la infertilidad, en su manifestación social y en su concreción personal (como “mi infertilidad”), desde determinadas ideas políticas, o similares, muy difundidas por “liberadoras”, no podrán entender nada, y desde luego no tendrán otro camino que tirar de tarjeta bancaria y dirigirse a la clínica de fertilización. Porque son tales ideas, así como las prácticas que inducen e imponen, las que están originado el problema. El asunto de la sexualidad es prepolítico, zoológico si se me permite la expresión, pues afecta a la parte animal del “homo sapiens”, y es así como debe ser considerado para ser resuelto sin incurrir en aberraciones clínico-capitalistas.
Otra segunda advertencia es que, dado que no estamos en una sociedad libre, es bastante difícil e incluso imposible una investigación imparcial y objetiva de estos problemas, de modo que ya me están cayendo encima las primeras agresiones verbales. Pero, y esto es una amable advertencia, hago observar que tengo la piel muy dura, que estoy acostumbrado a los ataques y agresiones por defender y difundir mis ideas y que, en este asunto, decisivo para el futuro de la humanidad, nada ni nadie me va a detener. Así pues, mi intención es responder con vigor e incluso un poquito de virulencia a los enemigos y las enemigas de la libertad de expresión, y también de la sexualidad natural, en consecuencia, del amor erótico. 
Si es necesario, pasaré a la clandestinidad, pero seguiré en mi empeño, quijotesco sin duda y probablemente inútil, aunque grandioso y emocionante por demás.
Porque, ciertamente, cuando el amor, erótico y no erótico, se ha hecho imposible, la especie, como era previsible, se ha vuelto estéril. 
La prohibición del amor está siendo el momento final de los seres humanos.
                                                                                            Rodri

(1) Mi criterio, que en otro de los artículos de esta serie expondré, es que en más o menos 10-15 años, el preñamiento natural, sexual, de las mujeres será prohibida por las instituciones del Estado, alegando que es “una agresión a la mujer” (recuérdese lo de “la penetración es violación”), de manera que todos los embarazos resultarán de inseminación. Así pues, este método no es un benévolo y humanitario remedio a la infertilidad sino una imposición, ahora “blanda” y “tolerante” pero que en poco tiempo se volverá coercitiva, virulenta y total, una expresión de lo que algunos denominan “fascismo sexual”. Algo así como la obligatoriedad de vacunarse, sin que se tenga en cuenta la voluntad libre de la persona. Teniendo en cuenta lo ineficiente del sistema, pues la fecundación artificial falla tanto o más que cualquier otra tecnología de última generación, se alcanzará una situación de ensañamiento médico con cada postulante mujer, que probablemente reduzca a muy pocos los casos exitosos, lo que tendrá efectos fatales en una demografía ya en avanzado derrumbe. El motivo de ello es porque en una situación, individual y social, de desexualización total, como la que se está imponiendo desde el poder constituido, la mujer ovula con creciente dificultad, incluso volviendo menopaúsica en masa a edades asombrosamente tempranas, antes de los 30 años. Y si los espermatozoides, artificial y espuriamente introducidos en el cuerpo de la fémina, no encuentran óvulos (y óvulos fértiles, además), la operación no resulta. Quienes se creen que lo saben todo y lo dominan todo, quizá nos estén llevando a una catástrofe que ponga en riesgo la supervivencia misma de la humanidad… Por ahora, el remedio es robar los óvulos a otras mujeres, por dinero, para insertárselos a las mas pudientes, lo que lleva el asunto a un estadio que revuelve el estómago. Pero, y cuándo todas las mujeres, o casi todas, se hayan hecho estériles por radicalmente desexuadas y eróticamente perseguidas, ¿a quiénes van a comprar los óvulos? Hay sustancias que estimulan su producción, cierto es, pero a costa de daños colaterales en la salud de la así medicada, graves a largo plazo, y sin lograr remediar definitivamente el problema, proporcionando además óvulos de baja calidad y defectuosos, con lo que ello significa para la criatura emergida del parto… Todo es, en definitiva, un asunto de tiempo, y cuando más se mira hacia adelante, más lúgubre parece.  

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